De una crisis a otra: Cómo Duha reconstruyó su negocio una y otra vez

De una crisis a otra: Cómo Duha reconstruyó su negocio una y otra vez

18 de junio de 2025 | Nawar Maarri


Empezar de nuevo no es un acto puntual: para muchos empresarios refugiados es un proceso continuo. 

En este Día Mundial del Refugiado, compartimos la historia de Duha Musa, una mujer siria que se enfrentó a la pérdida, el desplazamiento y el desastre, pero siguió encontrando formas de mantener a su familia y reconstruir sus medios de subsistencia.

Duha llegó a Turquía desde Latakia (Siria) en 2012 con su familia. Por aquel entonces, estaba terminando el instituto. Como muchas familias sirias, no tenían contactos en Turquía y pasaron sus primeros cuatro años en un campo de refugiados. Durante ese periodo, Duha terminó el bachillerato, aprendió turco y empezó a asistir a cursos de peluquería, un campo que le gustaba desde su adolescencia en Siria.

La aceptaron en la universidad, pero estaba lejos de donde vivía su familia, y ésta desaconsejó la idea. En aquel momento, aún creían que volverían pronto a Siria: un mes, quizá dos. Ese sentimiento temporal dura ya más de una década.

Lo que empezó como un interés personal se convirtió en una forma de ganarse la vida. Tras casarse y formar una familia en Hatay, Duha se dio cuenta de que necesitaba contribuir económicamente. Sin capital, ahorró de los gastos diarios y poco a poco fue comprando equipos para ofrecer servicios de belleza a domicilio. Con el tiempo, se asoció con alguien para abrir un salón de belleza, pero después de que ese acuerdo se viniera abajo, pasó cuatro años pagándole para que el negocio fuera realmente suyo, justo a tiempo para que la pandemia de COVID-19 lo cerrara.

Duha siguió trabajando desde casa, adaptándose de nuevo. Más tarde se trasladó a un local más grande donde pudo montar un salón de belleza en casa. Justo cuando el negocio repuntaba, regresó a un salón formal, solo para que se produjera el terremoto de 2023.

 Aquel día, lo único que importaba era intentar salvar a sus familiares sepultados bajo los escombros. Duha y su familia pasaron días a la intemperie, durmiendo en la calle, sin cobijo ni pertenencias, sólo esperando, buscando, sobreviviendo. Cuando por fin regresó para revisar el salón, éste había sido completamente saqueado.

Sin más remedio que abandonar Antakya, intentó trasladarse a Estambul, pero no pudo quedarse mucho tiempo debido a las restricciones impuestas por su estatuto de protección temporal. Regresó a Reyhanlı, empezó de nuevo y en cuatro meses saldó todas sus deudas.

Hoy, Duha está de vuelta en Antakya, donde dirige su salón desde hace un año. Aún no se siente estable, pero sigue adelante, motivada por sus dos hijos y sus padres.

"No elegí la guerra, ni las pérdidas, ni el terremoto. Pero elegí seguir construyendo algo: porque la gente a la que quiero necesitaba que me mantuviera fuerte, incluso cuando yo misma no me sentía fuerte."

Para fortalecer su negocio, Duha participó recientemente en sesiones de tutoría ofrecidas en el marco del proyecto Building Markets para empoderar a las empresas propiedad de mujeres en las regiones afectadas por el terremoto. Allí aprendió a controlar los gastos, automatizar su inventario y comprender mejor sus finanzas.

"Descubrí errores en mi contabilidad que me estaban costando más de lo que pensaba", dice.
"Las pequeñas empresas como la mía realmente necesitan este tipo de apoyo. A veces un consejo puede ahorrarte meses de esfuerzo".

La historia de Duha nos recuerda que los fracasos ocurren, pero también los intentos. Y para muchas mujeres refugiadas como ella, cada paso adelante se gana con esfuerzo.

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